jueves, 25 de abril de 2013

DAMN!

Damn. Una pequeña interjección, maldito, que todavía se considera tabú en los círculos bien. Como aún tiene la capacidad de sorprender se sigue empleando. En Gone with the Wind, Lo que el viento se llevó (1939), Clark Gable dice: “Frankly, my dear, I don’t give a damn!” que le costó al productor 5.000 dólares de multa. Not to give a damn, no importarle a uno un carajo. Damn se emplea como intensificador, equivalente a very. Leemos en el Gentleman’s Quarterly, abril del 1999, “Everyone is affected by the prevalence of violence in our country, and it is a damn shame hardly anyone is doing anything about it.” La gente habla del damn weather; the damn car broke down; damn it, damn you. O sea, que se emplea muchísimo, pero en mi opinión el extranjero debería abstenerse. Y not worth a damn, no vale un pito, un pimiento: Your word is not worth a damn, tu palabra no vale un pito. Damn tiene también su eufemismo, darn, que sustituye a la palabra y atenúa un poco su impacto. Por ejemplo: Frankly, my dear, I don’t give a darn!, que es lo que podía haber dicho Clark Gable y no le hubiesen multado por ello.

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