domingo, 11 de junio de 2017

La tecnología al alcance de todos

No empleamos la tecnología para aprender idiomas. Preferimos ir a Londres a escuchar cómo los ingleses destrozan su idioma. Creemos que ese viaje actuará como bálsamo de Fierabrás. Pero no.
Aprender un idioma requiere un esfuerzo fuera de lo común y una asiduidad constante, de 24 horas al día, siete días a la semana, 365 días al mes. Nada menos.
Sin esfuerzo, sin molestias, sin interés, nunca aprenderemos un idioma, ni siquiera el propio.
Todos los días, en la oficina, leeremos los titulares de periódicos, diarios, en internet, como el New York Times, The Guardian, The Huffington Post. Y así sabremos qué es lo que pasa en el mundo y seguro que en cada titular encontraremos una palabra nueva o con un sentido nuevo para nosotros.
Todos los días escucharemos una charla corta en YouTube sobre cualquier tema que nos interese. Y escucharemos activamente: cómo pronuncia el orador, la fraseología que emplea, las pausas que hace. El inglés tiene muchos sonidos, pero no son infinitos y se repiten una y otra vez. Tienes temas de cocina, de deporte, de restaurantes, de viajes, de física, de química... Take your pick!
Antiguamente existían los penpals, gente con la que te carteabas. Ahora podemos emplear las innumerables aplicaciones para hacer lo mismo, y de viva voz.
 ¿Te gusta la literatura? Asiste a representaciones teatrales colgadas en YouTube, con actores de gran talla.
Y luego te buscas un profesor que te corrija. Hablar por hablar, de mala manera, no sirve de nada... una conversación es siempre una lección. Pero necesitamos una base gramatical, siempre.
Demuéstrale a tu profesor que estás interesado y que sus correcciones no entran por un oído y salen por el otro. El profesor que se esfuerza merece un respeto.
Y siempre puedes aclarar dudas con estos libros:


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