George Bernard Shaw, en su Prefacio a Pygmalion, A Professor of Phonetics, que luego fue una película, My Fair Lady, (1964), escribió sobre las
dificultades de la fonética y ortografía inglesas: “The English have no respect
for their language, and will not teach their children to speak it. They spell it so abominably that no
man can teach himself what it sounds like. It is impossible for an Englishman
to open his mouth without making some other Englishman hate or despise him.”[1]
Esto lo
escribió en 1916, y lo podría haber escrito hoy. Todo sigue igual. Y lo que es
peor: no puede cambiar.
[1] Inamina.gob.do
hace su libérrima traducción así: “Los ingleses no tienen respeto a su idioma y
no quieren enseñar a sus hijos a hablarlo. Lo pronuncian tan abominablemente
que nadie puede aprender, por sí solo, a imitar sus sonidos. Es imposible que
un inglés abra la boca sin hacerse odiar
y despreciar por otro inglés.” Noten cómo evitan los escollos del original. Se
los saltan a la torera.