En cuestiones de mala o equivocada pronunciación, la
culpa no es del alumno sino del profesorado. Unos por ignorancia, porque no
saben, y otros porque son unos vivalavirgen de tomo y lomo y no les importa, a
sabiendas, cómo se expresan y pronuncian sus alumnos. Yo lo considero un crimen
porque el esfuerzo es el mismo, pero los resultados pueden ser nefastos y
altamente perniciosos.
Aconsejo a los padres que se aseguren de la correcta
pronunciación que sus hijos adquieren del profesor o profesora. La mala fonética es tan difícil de corregir
en la edad adulta como fácil de adquirir en la edad temprana.
Siempre exigiremos a nuestro profesor que nos corrija los
sonidos que emitimos. Si no los corrige él no es porque pronunciemos bien, sino
porque es un dejado.
Nos olvidamos de que el idioma es sonido y si no imitamos los sonidos bien, no nos comprenderán.
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