No existe un nivel absoluto de
corrección, excepto tal vez en las lucubraciones de Platón. Hay niveles de corrección, según la situación
y el entorno social. La mejor manera de
averiguar si lo que está diciendo uno en cierto contexto es aceptable es observar
con cuidado las reacciones de los demás.
Si te miran como un bicho raro, significa que lo que estás diciendo—por
“correcto” que sea según los manuales de gramática y fonología—no te está
sirviendo para comunicar como quisieres.
“Correcto” sólo puede tener un sentido en el mundo real: socialmente
aceptable—y que sirva para comunicar eficazmente.
Lo importante es la posibilidad
de alcanzar diferentes destrezas, pero, idóneamente un nivel de corrección que
sea producto de la profundización en los pormenores del idioma y que, por
tanto, facilite la comunicación con otros profesionales y especialistas en un
inglés pulido y esmerado. Es un nivel
alto, pero perfectamente asequible con esfuerzo y dedicación. Si no tuvieras ya esas cualidades, no habrías
tenido los éxitos que has tenido o no tendrías las ilusiones que tienes.
No se trata de un nivel coloquial
para comunicar con los chavales de la pandilla en la esquina. Tampoco se trata del léxico
hiper-especializado de una rama del saber determinada. Tú ya dominas los matices del léxico
especializado de tu campo, y te sorprenderá tal vez lo similares que pueden ser
los términos del español y del inglés en esa área. Lo importante, de todas maneras, es adquirir
una base sólida de sintaxis y fonología.
El léxico se adquiere poco a poco, y la mejor manera de enriquecerlo es
por la lectura.
Del prólogo del Dr. James
Parr, de la Universidad de California, a mi libro El laberinto del idioma inglés, Barcelona, Ed. Serbal.
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