Por muy buena voluntad que tengamos, y por mucho empeño que pongamos en nuestro quehacer, no siempre tenemos éxito. Y yo he cosechado muchos fracasos en el ejercicio de la enseñanza de idiomas. Y sería fácil que les echara la culpa a mis alumnos, pero prefiero pensar que yo no supe, o no he sabido, siempre inculcarles ese interés y entusiasmo por las lenguas que yo tengo. Muchos de mis alumnos tenían, tienen, facilidad de oído y de retentiva, vitales para proseguir en el dominio de cualquier idioma. Lo han dejado por falta de interés, porque no ven gratificante eso de expresarse en otro idioma, y les trae al pairo. Y la culpa la tengo yo por no haber podido insuflarles interés por otros países, otras culturas, y su manera de expresarse. Pido disculpas y sólo puedo decir que estoy en ello y trato de averiguar el porqué.
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