La prueba final de cómo maneja alguien un idioma la descubrí hace años, casi en la Edad Media.
Como sabemos, en España se hablan los idiomas perfectamente, hasta el castellano. Y yo aplico a veces la prueba del fuego, una ordalía propia de la Edad Media. Les digo a las parejas que van a tener un bebé: "desde el primer día habladle en inglés, o francés, o alemán... SIEMPRE... hasta que te vuelvas tonto o fallezcas de viejo."
¡Qué has dicho! ¡Ahí es nada!
Respuestas: es que no creo que pueda; no domino el idioma tan bién; me parece raro... y otras excusas.
Yo nunca he cruzado una palabra en español o castellano con mis hijos. Nunca. Y son bilingües.
El que algo quiere, algo le cuesta.
Como sabemos, en España se hablan los idiomas perfectamente, hasta el castellano. Y yo aplico a veces la prueba del fuego, una ordalía propia de la Edad Media. Les digo a las parejas que van a tener un bebé: "desde el primer día habladle en inglés, o francés, o alemán... SIEMPRE... hasta que te vuelvas tonto o fallezcas de viejo."
¡Qué has dicho! ¡Ahí es nada!
Respuestas: es que no creo que pueda; no domino el idioma tan bién; me parece raro... y otras excusas.
Yo nunca he cruzado una palabra en español o castellano con mis hijos. Nunca. Y son bilingües.
El que algo quiere, algo le cuesta.
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