Los clásicos literarios son como la prueba del carbono-14 que data fechas de fósiles. Leyendo una novela "antigua" podemos saber su fecha de composición por su gramática, vocabulario, giros y fraseología. En cualquier idioma.
Releyendo The Silver Spoon de John Galsworthy, premio Nobel de literatura 1929, y publicada en 1928, me encuentro con pruebas de su edad que reflejan los tiempos y las costumbres de la época. El tiempo tampoco pasa en balde para el idioma.
Francis Wilmot, charlando con Fleur que tiene a su bebé en brazos, pregunta:
"What is its name?" Se refiere al bebé como "it," no como "he" o "she." Esto ha sido así siempre en lengua inglesa, aunque sea chocante. Ahora todos se refieren a sus perros como "he" o "she" en vez de "it" que sería lo suyo.
Más adelante, Fleur dice: "You must come and stay here. Look on us as an hotel." Nos recuerda los tiempos no muy lejanos cuando se hablaba y escribía de "an history," "an herb," sin pronunciar la hache. Ahora diremos a history, a herb y a hotel.
Releyendo a Galsworthy vemos que ya en 1928 los británicos se habían casi despedido del verbo defectivo "may."
Michael, el marido de Fleur, le dice, cuando ella sale del "bath": "Can I help dry you?" en vez de "May I help dry you?" Esto nos recuerda la confusión entre el "oír" y "escuchar" del castellano peninsular.
Los "clásicos" nos resultan difíciles porque se expresan en un idioma ajeno al nuestro de cada día. Aún así, recomiendo la literatura de antaño para afianzar nuestro idioma de hogaño.
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