Damn na
pequeña interjección, maldito, que
todavía se considera tabú en los círculos bien. Como aún tiene la capacidad de
sorprender, se sigue empleando. En Gone with the Wind, Lo que el viento se llevó (1939),
Clark Gable dice: “Frankly, my dear, I don’t give a damn!” que le costó al
productor 5.000 dólares de multa. Not to
give a damn, no importarle a uno un carajo.
Damn
se emplea como intensificador, equivalente a very. Leemos en el Gentleman’s Quarterly, abril del 1999, “Everyone is
affected by the prevalence of violence in our country, and it is a damn shame
hardly anyone is doing anything about it.”
La gente habla del damn weather; the damn car broke down; damn it, damn you. O sea, que se emplea muchísimo, pero en mi opinión el
extranjero debería abstenerse.
Y not
worth a damn, no vale un pito, un pimiento: Your word is not worth a damn, tu palabra no vale un pito.
Damn tiene también su eufemismo, darn, que sustituye a la palabra y atenúa un poco su impacto. Por
ejemplo: Frankly, my dear, I don’t give a
darn!, que es lo que podía haber dicho Clark Gable y no le hubiesen multado
por ello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario