Los diccionarios levantan acta del vocabulario de una lengua. Una vez una palabra entra en la colección, ahí se queda, para bien o para mal, y aunque haya caído en desuso. Por ejemplo: "Colillero", que proviene de colilla de cigarrillo o puro, que es/era "persona que recoge colillas tiradas por otros" en el María Moliner y que para el DRAE es "persona que recoge por las calles, cafés, etc., las colillas que tiran los fumadores." Entra en Academia en 1899 con la misma definición. No entro en comentar las dos definiciones, que son mejorables, pero sí me pregunto qué hace esa palabra en el diccionario. La última vez que aparece en el CREA fue en 1986, escrita por Francisco Umbral: "Yo soy un colillero que ando por los bares y los ceniceros buscando colillas..." ("Sólo fumadores", El Mundo, 30/10/1986.) Nótese que Umbral ya tuvo que definir la palabra en ese momento, por si acaso sus lectores ya no sabían su significado. ¿Qué hace en los diccionarios? Ya no existe la profesión de colillero, que recogía colillas para revender el tabaco. Ya casi ni existen fumadores. La palabra ha muerto porque la economía ha mejorado. También porque la sociedad está más concienciada sobre la salud y sabe que chupar las babas de los demás no es recomendable. Ahora los "colilleros" son artilugios en la vía publica para que los fumadores apaguen y depositen las colillas. Pero ni María Moliner ni la Academia lo saben.
No hay comentarios:
Publicar un comentario