Nos dice esta gente que el problema del español es que los hispanohablantes hablan muy deprisa.
Esto es curioso porque los hispanohablantes dicen que los ingléshablantes también hablan muy deprisa.
Todos hablan deprisa. Parece ser que todo el mundo tiene prisa en expresar sus ideas.
Los pillos de "One month Spanish" tienen, o por lo menos eso dicen, la clave para entender a todos esos que hablan deprisa, con rapidez, a mata caballo, atropelladamente.
Pero el problema es otro: No es que los chinos hablen mandarín con rapidez; no es que los italianos hablen deprisa y gesticulando; no es que los japoneses farfullen su idioma a toda velocidad mientras hacen reverencias... No, no y no.
El problema es que los extranjeros ESCUCHAMOS LENTAMENTE. Nuestro cerebro no es capaz al principio de seguir la velocidad del nuevo idioma y va lento, a cámara lenta. Y conforme entrenamos nuestro cerebro a reconocer los nuevos sonidos por medio de escuchar mucho, el nuevo idioma se relaja y baja la velocidad y podemos comprender.
Tenemosquedividirlaspalabrascuandoescuchamosunidiomaextranjero, como estas palabras juntas.
Y digo más: la velocidad del castellano y el inglés, aunque parezca mentira, es la misma.
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