No hay padres en España que no quieran que sus hijos aprendan inglés. Como ellos normalmente no lo hablan y como en este país todos saben y opinan sobre cuestiones lingüísticas, ese afán les convierte en carnaza para las academias y colegios que les explotan económica y sicológicamente. El 95 por cien de los niños llegan a odiar el estudio del inglés y logran pronunciar de manera defectuosa hasta el punto de que nunca podrán aprender la correcta pronunciación en su vida. Y España sigue a la cola del aprendizaje del inglés en Europa.
¿Culpables?
Los colegios.
Las academias chupópteras.
Los textos en inglés.
Los padres analfabetos.
Tenemos un consuelo: los niños tampoco aprenden castellano bien.
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