Ya ni recuerdo cuántos años llevo dando clases y la cantidad de experiencia que he acumulado en la enseñanza y en mis investigaciones y publicaciones sobre el aprendizaje de idiomas.
Esta mañana pasaba en Madrid por una sucursal del International House y, por esas cosas que pasan, se me ha ocurrido entrar a preguntar.
La señorita que me ha atendido no sabía nada de nada y me ha dado un panfleto complicado donde algo sí que está claro: la enseñanza de idiomas en un negocio, como una frutería, panadería, cafetería o sastrería. La metodología, textos, nombres de profesores... no se explican. Los precios en grupos de 10-12 (depende del aula) sí que quedan claro. Las clases individuales no les interesan porque son poco rentables.
El problema de las clases en grupo es que si en una hay 10 alumno, sale cada alumno a 6 minutos durante los cuales meter baza. Si contamos que el profesor divaga y explica, esos seis minutos pueden acortarse a cuatro, o menos. Y si un alumno acapara la clase porque es muy lanzado y hablador, los otros se quedan en ayunas.
En las clases en grupo la asistencia es irregular porque a veces asisten seis de los diez. Y no son siempre los mismos los que se ausentan.
En las clases en grupo los niveles nunca son iguales. Unos saben más, otros no saben nada. Pero las clases en grupo son más rentables económicamente para la academia, en este caso International House.
La experiencia me ha enseñado que cada alumno tiene habilidades y necesidades diferentes y especiales. En el aula, cada minuto es valioso y en las clases individuales todo el tiempo es para el alumno. No hay comparación posible.
La enseñanza individual resulta más barata que la enseñanza en grupo porque se le saca más partido al tiempo y al profesor.
Los médicos saben esto y por eso atienden a los pacientes de uno en uno.
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