Hoy, por esas cosas que pasan, he tenido ocasión de entrar, en la Gran Vía, en Casa del Libro que, creo, ha cumplido cien años de existencia. Me he quedado anonadado por la cantidad de títulos nuevos expuestos, especialmente los dedicados a la autoayuda. Me han venido a la mente las palabras de Ortega, aquellas en que decía que, y parafraseo, la obra de caridad más importante de nuestro tiempo es la de no publicar libros superfluos. Me he dado cuenta, además, de la cantidad de "escritores" nuevos que tenemos en España. Me he quedado atrás... a Dios gracias. Cabizbajo y entristecido he vuelto a casa a releer a Santiago Ramón y Cajal, sus Los tónicos de la voluntad, de 1912, donde veo: "... los libros inútiles, perturbadores de la atención, pesan y ocupan lugar tanto en nuestro cerebro como en los estantes de las bibliotecas, y deshacen o estorban la adaptación mental del asunto." Libros superfluos, libros inútiles...
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