lunes, 16 de mayo de 2016

El bilingüe debe fingir que es monolingüe



Manejar dos lenguas es maravilloso, y todos lo sabemos, pero también plantea problemas para el bilingüe. Por mucho que nos esforcemos, es complicado evitar que uno de los idiomas no interfiera en el otro. A fuerza de tesón y disciplina aprenderemos a colocar cada cual en su lugar. Para llegar a esa meta deberemos dejar las cosas, los idiomas, en su sitio, evitando traducir del uno al otro, especialmente al escribir.
Lograremos que convivan amistosamente, sin interferirse; y una manera de conseguirlo es no traducir nunca. Cuando dos idiomas se cruzan constantemente, y saben que siempre hay uno que va a venir en ayuda del otro, el posible bilingüismo se complica y se retrasa.
Tanto al hablar como al escribir, emplearemos uno de los dos idiomas como si fuésemos monolingües, como si sólo supiésemos la lengua que estamos empleando en ese momento.

Creo que el cerebro puede engañarse a sí mismo y fingir que sólo habla un idioma cuando en realidad habla dos.

(De mi próximo libro que editará Anaya.)

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