A pesar de que el castellano tiene una larga tradición lexicográfica y una de las más adelantadas de Europa, los diccionarios no se han considerado importantes en el correcto manejo del idioma. El español medio rara vez consulta el significado de vocablos y prefiere ignorar, o preguntar, antes de abrir un diccionario. Por contra, en los EE.UU, esta práctica es común, y los lexicones tienen gran prestigio. Dice Sidney I. Landau en su Dictionaries, the Art and Craft of Lexicography: "... in the U.S. the publishing industry has succeeded in convincing every family that their continuining literacy depends crucially on owning a dictionary." Pero eso lo escribió en 1984. Ha llovido mucho desde entonces y los diccionarios, su consulta, y el arte de componerlos, han sufrido cambios radicales.
Nuestros conocimientos del idioma tienen por origen el "boca a boca" (que dicen los "expertos") y esa fuente de información no es ni científica ni rigurosa. Empleamos un giro, un vocablo, creyendo que tiene un significado pero que científicamente tiene otro. Como somos "nativos", creemos que nuestro castellano, el que hablamos y escribimos, es el que vale. Pero no siempre es así y por eso debemos consultar lexicones de prestigio para cerciorarnos del correcto significado de lo que decimos. Son la herramienta principal en el aprendizaje de un idioma.
Emplazo a los estudiosos del inglés y del castellano a que consulten diccionarios constantemente. Son una fuente de conocimientos lingüísticos de gran valor.
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