En la controversia iniciada en España por los
separatistas catalanes que intentan hacer monolingüe a Cataluña, y relegar el
español al rango de lengua extranjera con el beneplácito de Bildu, Podemos y Pedro Sánchez, debo tomar posición.
El equilibrio entre el catalán y el español en esa
región no debe inclinarse hacia un lado o hacia el otro de la balanza. La
suerte que tiene Cataluña de ser bilingüe, de hablar dos idiomas desde la cuna,
es una bendición a la que no debemos renunciar. Estoy a favor del bilingüismo y
en contra de la persecución lingüística, de una forma u otra. En cualquier
genocidio totalitario de la lengua, debo levantar mi voz para condenar y
defender el derecho al bilingüismo, un don que no tienen muchas culturas.
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