domingo, 15 de noviembre de 2020

La cortesía de los idiomas

 


Si alguien le habla a usted en un castellano defectuoso y con un fuerte acento británico, en la calle, por ejemplo, contéstele siempre en español vocalizando bien y hablando pausadamente. Jamás le responda en inglés. Creo que no hay nada más descortés y ofensivo que desairar a una persona que trata de expresarse en el idioma que está aprendiendo, cambiando al suyo, que es como decirle: “Habla usted tan mal que no tengo más remedio que ayudarle en su propio idioma.” Ah, y no hable a gritos, que el que habla el castellano mal no siempre es sordo.

Con cierta frecuencia y cuando viajo a los Estados Unidos y en el avión, aeropuerto, se dirige a mí, en inglés, gente que domina esa lengua macarrónicamente… y a pesar de las dificultades que noto en el hablante, siempre contesto en inglés también. Al final del trayecto, y después de la, a menudo, penosa conversación, me permito decirles alguna cosilla en castellano, que les sorprende mucho. Pero por nada del mundo quisiera hacerles el desaire de darles a entender que su inglés es deficiente, aunque resulte penoso y fatigoso escucharles.

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