Como ha escrito
el profesor James Parr, en los idiomas no existen niveles absolutos de
conocimiento, por mucho empeño que pongan los que se dedican a su enseñanza en
trocearlos en nivel básico, nivel medio bajo, medio alto o conversacional.
Cuando un principiante –el que parte de cero- llega a conversar y expresar sus
ideas, los niveles desaparecen. Confundimos con niveles la soltura y dominio en
la expresión.
Nadie sabe exactamente
qué nivel de vocabulario tiene en lengua castellana. ¿Cuántas palabras sabe y
emplea un nativo hispanohablante de cultura universitaria? ¿Sabemos qué
gramática domina y qué fraseología sabe y cuántas palabras emplea y entiende? Nunca decimos que domina 5000 vocablos o que
tiene un nivel medio alto. En los currículos nadie se interesa por el nivel de
español que tiene el posible empleado. Se supone que es bueno, aunque eso sea
mucho suponer.
Un porcentaje
elevado de nativos de un idioma, cualquier idioma, tiene un nivel básico y
hablando puede expresarse bastante bien. Hasta un niño de seis años se expresa
con soltura, dentro de sus limitaciones de edad y cultura y experiencia. Donde se reconoce el nivel de cultura en
una lengua es al escribir y al pronunciar.
Aprender la
lengua inglesa –como la castellana- es un proceso sin fin posible y cuanto
antes nos demos cuenta de ello, con humildad y realismo, antes llegaremos a
dominarla para que nos sirva de herramienta útil con la que comuniquemos bien y
sea una ayuda en nuestro deambular por la vida, tanto privada como profesional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario