Hoy andaba yo mohíno, cabizbajo y pensativo y le daba vueltas a Manrique y sus cualquier tiempo pasado es mejor. Y me ha dado por pensar en los cambios que ha sufrido el idioma y la cantidad de profesiones, y palabras, que ya no están con nosotros. ¡Qué tiempos aquellos! Hoy el idioma adelanta que es una barbaridad y deja en la cuneta muchas palabras que antaño eran de curso diario y normal. Por ejemplo:
Cerillero: vendedor de cerillas. En los cafés había siempre uno que además vendía tabaco.
Pajillero-a: persona que masturbaba a otros a cambio de dinero. Practicaba su profesión especialmente en cines. Creo que ya no existen.
Colillero: recogía colillas que otros tiraban. Luego revendían el tabaco.
Plañidera: mujer a quien se pagaba para que llorase en los entierros. Los deudos del difunto sólo ponían cara de circunstancias.
Capador: persona cuyo oficio es capar animales.
Celestino-a: mediador en relaciones amorosas. Alcahuete.
Palafrenero: criado que llevaba del freno al caballo del señor.
Paragüero: persona que hace o vende paraguas.
Alcabalero: recaudador de las alcabalas.
Sereno: hombre que vigilaba la calle durante la noche.
Qué pena que estas profesiones y oficios hayan desaparecido, pero el progreso es el progreso. En un próximo escrito mencionaré los nuevos oficios y preofesiones, que son muy chuscos algunos.
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