Comienzo la lectura de El infinito en un junco, de Irene Vallejo, y del cual no puedo todavía ofrecer opinión. Lo leo un poco a la fuerza porque es un regalo, hecho con buena voluntad, y no debo desairar a la persona que me lo ha ofrecido. En la página 61 sí leo unas líneas sobre el paralelismo del griego de la época de Ptolomeo y el inglés de nuestros tiempos que me han hecho sonreír: "La lengua griega se estaba convirtiendo en la nueva lengua franca. No era, claro, el idioma de Eurípides y Platón sino una versión asequible que llamaban koiné, algo parecido a ese inglés renqueante con el que nos entendemos en los hoteles y aeropuertos de vacaciones." Supongo que los hablantes del griego koiné y los del inglés renqueante andaban, y andan, satisfechos de sus logros lingüísticos. Ya daré mi opinión de El infinito en un junco, que trata sobre el libro y su devenir, cuando acabe su lectura.
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