En su muy interesante artículo sobre el error, intitulado "Fe de erratas" (El País, 4 febrero, 2023), Irene Vallejo lo termina emplazándonos a "no tener miedo al error." ¡Ah! Esta recomendación, aunque buena, me llega tarde. He vivido teniéndole al error no ya miedo, sino pavor. Un calvario al dar conferencias, clases en el aula, al escribir artículos para revistas, componiendo libros y diccionarios, siempre con la sombra, larga y malintencionada del error, de la posible errata, agazapados tras de mí. No le deseo este Vía Crucis del error a nadie, ni a los gobernantes que tenemos ahora, que ya es decir (aunque a ellos parece no aquejarles esta aflicción.) Además, para ponerlo peor, he tenido que pasarme la vida corrigiendo los errores de los demás, y ya sabemos que a nadie le gusta que le corrijan. He sido más popular en esto que La chata.
Gracias mi admirada Irene Vallejo, pero no puedo seguir su consejo: el error debe evitarse. Y debe evitarse porque demuestra ignorancia, descuido, desidia, dejadez, pereza, o por lo menos eso es lo que se cree por ahí... y lo que yo creo cuando pillo a alguien en el error. Y usted si dice, por ejemplo, he don´t like nothing, se reirán de usted y perderá toda credibilidad intelectual y lingüística. Y no hablemos de people is good. Y eso de perder la credibilidad intelectual ante los demás es cosa muy peliaguda de sobrellevar. ¿O no?
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