ESTÍO Y PRONUNCIACIÓN



 Ahora en el estío, unas veces me quedo sentado en el sofá del  salón-trastero-chamarilería, entorno los ojos y dejo volar la mente, como mariposa que revolotea de pensamiento en pensamiento. Hoy se ha posado en la idea de por qué a algunos no les entran los sonidos de una segunda lengua por mucho que vivan en el país. Ayn Rand, Nabokov, Conrad, mi tía Regina, la vecina francesa del tercero, y otros muchos, no lograron dominar los sonidos del inglés o del castellano. Y medio adormilado se me ha ocurrido pensar que, por aquello de que una cosa es querer y otra poder, quizá su mente lingüística no daba para más. Después de muchos años en Pittsburgh, la Dr. Reinkraut, mi profesora de alemán, se expresaba bien en la lengua de Milton pero muy teutónicamente. Sin embargo, muchos son capaces de asimilar cualquier sonido foráneo bien y con rapidez. Hoy por hoy, esto tiene mal arreglo y ninguna respuesta científica. Entorno los ojos, y trato de pronunciar, en mi mente, palabras francesas, como lo haría un francés culto y monolingüe. La cabezada hacia atrás me medio despierta. Me limpio las babillas de la boca, entorno los ojos y sigo dormitando este mediodía de canícula tórrida en un Madrid, desierto de nativos y atiborrado de turistas. 

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